"Un artículo técnico sobre la posibilidad de enriquecer el ajedrez eliminando uno de los peones de la torre: Ménard propone, aconseja, discute y acaba por rechazar esta innovación.Pues bien, Arrabal también se intriga con esa idea de quitar un peón de torre y se pregunta qué quiso decir Borges:
"La última vez que vi a Borges -en 1984, en Tokio- me habló de ajedrez. Me dijo que su padre era un excelente jugador y que había sido él quién le inició en el ajedrez. Y añadió que había utilizado un tablero para explicarle la paradoja de Aquiles y de la tortuga, que permitía negar la realidad de la velocidad a causa de un punto intermedio."Y, dice además
"Tuve en la punta de la lengua la pregunta para conocer la solución a este enigma, pero...".Para el segundo y tercer grupo, y constituyendo el plato fuerte del banquete, hay 65 miniaturas en las que el lector se enfrenta a un gran maestro mediante un test del tipo "usted juega". Por cada respuesta correcta va sumando una, dos o tres estrellitas, el total de las cuales le ubican en las halagüeñas categorías de Maestro, 1a. Categoría y Promesa. En esta sección se puede pasar todo el tiempo que quiera tratando de emular a Karpov, Kasparov, Fischer... Recuerdo con particular agrado la partida en 17 jugadas entre la adolescente (de 12 años) Judith Polgar y la Búlgara Angelova, que termina con un inesperado sacrificio de dama. Partida que ha pasado a ser ya parte del acervo histórico del ajedrez y que aparece aquí comentada por Leontxo García:
Ya para terminar y disfrutar de la sobremesa, a manera de rosquillas nos sirve 65 problemas de mate en 2, que bien pueden hacerle recordar aquella frase que le dijo su tía a Luzhin, el niño de La Defensa, de Nabokov: "El ajedrez, querido, es complicado".