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Toros sí, toros no

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Hace muy poco, en la comunidad autónoma de Cataluña, en España, se celebró la que para ellos fue la última corrida de toros. En 2012 entrará en vigor una ley que las prohíbe y que fue aprobada por el parlamento local el año pasado. La decisión ha revivido un gran debate en México. Los partidos Verde Ecologista y Revolucionario Institucional en la asamblea legislativa del D.F. han propuesto una consulta ciudadana aprovechando el impulso que la noticia ha tenido. En muchos foros en internet es posible encontrar diversas opiniones al respecto, y María de las Heras ha hecho una encuesta con resultados ambiguos.
El problema con este, como con otros debates polémicos, es que no es un debate de ideas, sino de emociones y sentimientos. Ninguna de las dos partes considera ponerse en los zapatos del otro y  piensan que ceder es dar muestras de debilidad y cobardía, cuando es todo lo contrario. Debatir es bueno por partida doble. Si nos equivocamos, quienes tienen la razón nos lo harán saber. Si estamos en lo correcto, tal vez nosotros seamos capaces de difundir la verdad.
Un buen inicio es dar un resumen de las opiniones contrarias de manera clara y tal como las entendemos. Tan justa que quienes sostienen esas ideas sean capaces de afirmar "sí, es eso lo que opino". Es un error pensar que a la hora de debatir "gana" quien a más personas convence. Salvo para los políticos, a quienes en épocas electorales lo que más les interesa es atraer votantes, el número de personas que creen en una idea es irrelevante. Cuando a Albert Einstein le informaron de la aparición de un libro llamado Cien Autores contra Einstein, el genio alemán se limitó a decir: "Si estuviera equivocado,uno sólo habría sido suficiente"; millones de radicales cristianos creen que la tierra y la vida en ella surgieron hace unos 6000 años y eso no añade un gramo de verdad a esa afirmación. Un buen debate debe iniciar con una exposición honesta de las posiciones encontradas.

En contra de las corridas de toros
a)Somos una especie extraordinaria: Cientos de miles de años de evolución nos han transformado en mamíferos con fuertes lazos familiares (característica común a toda la clase) y en homínidos bípedos; tenemos un pulgar que se opone al resto de la mano, lo cual nos dota de un par de las mejores herramientas del planeta; hemos desarrollado un lenguaje y una escritura que nos permiten la comunicación a corta y larga distancia en el espacio y en el tiempo; somos los únicos animales con la habilidad de crear herramientas que a su vez crearán otras herramientas, hemos sido capaces de descubrir muchas de las leyes que rigen en la tierra, extrapolar su validez al universo entero y usar esas leyes para fabricar tecnología. Somos, en fin, al menos desde el punto de vista intelectual y hasta donde sabemos, la cosa más extraordinaria que  ha ocurrido en el universo. Esto nos confiere el poder de someter y dominar a todas las demás especies. Tal poder conlleva una gran responsabilidad moral que no podemos pasar por alto. El grado de desarrollo que hemos alcanzado se lo debemos en gran parte a los animales que nos han dado carne, leche, huevos, pieles, abonos, fuerza de trabajo, medios de transporte y enfermedades. Cuando maltratamos a un toro somos, por lo menos, injustos.
b) La capacidad de sentir miedo y dolor es una ventaja evolutiva: han sobrevivido los hijos de aquellos que sintieron miedo y dolor en el pasado, puesto que se alejaron de las fuentes de riesgo potencial. Estas características son bastante primitivas y están desarrolladas principalmente en aves y mamíferos. Los mamíferos en particular comparten todas las características humanas (en el cerebro y sistema nervioso) que nos hacen sentir dolor. A los mamíferos nos iguala, entre otras cosas, la capacidad de sufrir. Decir que sienten menos porque son más fuertes o simplemente porque son animales sin ninguna prueba es demasiado atrevido y falso, hay incluso quien asegura que esas características están más aguzadas en los animales. Quien haya convivido con un perro puede dar testimonio de que son capaces incluso de sentir "dolor emocional". Al apoyar las corridas de toros debemos al menos estar conscientes de que les causamos a unos parientes relativamente cercanos un dolor tan fuerte como el que puede sentir un hombre.
c) Los fines con los que se sacrifica a los toros en una corrida son de esparcimiento y negocios. A diferencia del sacrificio para consumo humano, los toros de lidia son muertos por un fin bastante menos justificable. Hoy que una gran cantidad de especies de plantas y animales están en peligro de desaparecer por la insensibilidad humana es necesaria una conciencia colectiva del daño que le causamos al planeta y de que ese daño se revertirá pronto hacia nosotros mismos. Comprometerse en causas como el combate al calentamiento global y la conservación de selvas y bosques mientras presenciamos indiferentes, o peor aún, extasiados, la muerte y maltrato de un bovino, es, por lo menos, contradictorio.


A favor de las corridas de toros:
a) De los argumentos a favor de las corridas sólo uno, de los que he escuchado y se me pueden ocurrir, me parece digno de atención: "con la desaparición de las corridas desaparecerá el toro de lidia". Esta afirmación es, desgraciadamente, cierta. En México hay un caso que ilustra bien este problema. Desde la llegada de los españoles y hasta principios del siglo XX, el burro fue un medio de locomoción  barato y accesible a todas las clases sociales. Hatos de burros y mulas movieron las mercancías de los puertos del Pacífico y el Golfo de México hacia el centro del país durante cuatro siglos. En Asia y en África estos animales tienen una tradición más grande aún. En la biblia son apreciados como animales nobles. Con todo, las poblaciones han disminuido bastante en el último siglo debido a la aparición del automóvil. Hoy se están creando santuarios para protegerlos de una eventual extinción; lo mismo puede decirse del caballo, aunque su situación es menos grave. El toro de lidia es un animal doméstico que ha sido seleccionado a lo largo de los siglos para expresar unas características que lo hacen apto para las corridas solamente. Es un animal parecido al antecesor de los bovinos actuales, y es seguro que habría desaparecido si no se hubiera usado para la llamada fiesta brava. En la actualidad son criados con más atenciones y cuidados que, digamos, las gallinas que producen huevos en serie. De la variabilidad genética y de la selección de los mejores ejemplares se encarga el hombre. Pero si el toro deja de ser "útil" a los humanos dejará de ser criado y será confinado, como los burros, a refugios y granjas, para vivir en el límite de la extinción. Antes de prohibir las corridas debe plantearse un análisis real de lo que pasará con esos animales, porque en aras de protegerlos, los prohibicionistas podrían estar dándole, nunca mejor dicho, la estocada final no sólo a uno, sino a todos los toros de lidia.

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