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Mostrando entradas de marzo, 2012

Aracne y Athena, tejiendo una venganza eterna

Soy Aracne, hija de Idmón, el hilandero. Desde niña aprendí el oficio del telar. Mi padre, habilidoso y más capaz que cualquiera para añadir tintes a los hilos, me enseñó los rudimentos cuando apenas era una niña. La lana era su favorita, pero también trabajó el lino y la seda. Desde Egipto y Grecia iban las caravanas hasta Lidia, nuestra tierra, llevando arrobas de hilo sólo para que mi padre los tiñera con púrpura de Tiro: baba roja de caracoles fenicios. Reyes, príncipes y emperadores encargaron la confección de sus trajes en nuestros talleres. Alguno de sus mantos llegó incluso a la corte de los medos. Tan grande era mi padre y tan lejos llegó su fama. Y siendo yo su hija, no pude ser otra cosa que la mujer más hábil en el oficio que ojos humanos han visto. A los once años era la mejor hilandera de toda Lidia; mis mantos se vendían lo mismo en Chipre que en Tarento y una admiración más grande aún causaba cuando aquellos que me conocían caían en la cuenta de que aún era una niña. Nu...