Callar es cómodo. Lo sé por propia experiencia. Constructor y creyente como soy, de los mundos privados más que de los colectivos, he tratado de convencerme siempre, con escaso éxito, hay que decirlo, de que los atentados contra la libertad de los otros no afectará, después de todo, ese ámbito exclusivo en el que, aunque a duras penas, puedo reinar como en la más absoluta de las tiranías. Es claro que en el fondo todos coincidimos, y hablo por muchos de manera intencional, en que la verdadera, la primitiva y la más importante de las libertades es la individual.Es un acierto que en la constitución el primer capítulo trate de las garantías individuales, antes que las colectivas. "He sufrido, he sido vejado y encarcelado, pero nunca han doblegado mi espíritu", es, palabras más o palabras menos, un argumento que he encontrado repetido decenas de veces. "Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma", dice en bellas palabras el poeta Henley. Ejercer esa libertad e...