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Mostrando entradas de febrero, 2011

Defensa mínima del individuo

Callar es cómodo. Lo sé por propia experiencia. Constructor y creyente como soy, de los mundos privados más que de los colectivos, he tratado de convencerme siempre, con escaso éxito, hay que decirlo, de que los atentados contra la libertad de los otros no afectará, después de todo, ese ámbito exclusivo en el que, aunque a duras penas, puedo reinar como en la más absoluta de las tiranías. Es claro que en el fondo todos coincidimos, y hablo por muchos de manera intencional, en que la verdadera, la primitiva y la más importante de las libertades es la individual.Es un acierto que en la constitución el primer capítulo trate de las garantías individuales, antes que las colectivas. "He sufrido, he sido vejado y encarcelado, pero nunca han doblegado mi espíritu", es, palabras más o palabras menos, un argumento que he encontrado repetido decenas de veces. "Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma", dice en bellas palabras el poeta Henley. Ejercer esa libertad e...

En el principio

"No soy bueno usando la palabra hablada o escrita, sobre todo si tengo que hablar de mí." Klimt Antes de iniciar tomé de mi librero Cartas a un joven novelista , de Mario Vargas Llosa. Pasé las páginas con entusiasmo sintiendo el poder analgésico de Vargas Llosa sobre mi perpetua frustración por no poder ser un escritor. Ahora sí­, Carlitos, vas a escribir una novela que inicie otro boom en América Latina, como para que Garcí­a Márquez se cague de envidia en su lecho de muerte. Y ahí estoy, buscando con desesperación la receta secreta para ser un gran novelista... Pero no. Dijo el peruano que siempre no; que no todos, tú no, Carlitos, pueden ser escritores. Que para escribir se necesita haber tenido una infancia de ensueño, rica en fantasía y motivaciones, que, con paciencia y trabajo arduo, es la semilla que dará origen al novelista. ¡Zaz! Entonces me convencí­ de que no sirvo para nada. Dedícate a tu carrera, a la administración, me decí­a Ruicito por aquellos días, para...

Mis palabras malas

"Una mujer es de mayor utilidad en nuestra vida si está en ella no como un elemento de felicidad, sino como un instrumento de dolor; y no existe una sola mujer cuya posesión resulte tan valiosa como la de las verdades que ella nos descubre al hacernos sufrir" Proust Alguna vez tuve el atrevimiento de presentarle a Sofía algo que había escrito. Confiando, mala costumbre mía, en que el texto no era del todo malo se lo había dado como si fuera un gran regalo de cumpleaños. Dime qué te parece, lo he preparado durante esta semana. Ella lo tomó y empezó a hojearlo, primero con curiosidad y luego con sorpresa. Le está gustando, me dije orgulloso, creo que aprecia mis dotes literarias. Estuvo algunos minutos cambiando su cara de sorpresa a decepción y luego a franca angustia. Cuando finalmente levantó la vista, la boca entreabierta, los ojos poco expresivos -cosa de verdad grave tratándose de Sofía- sólo atinó a decir: ¿Qué son estas palabras tan... malas? ¡Ay¡ entonces fui yo quie...