El escritor chileno Roberto Bolaño, cuenta que durante su estancia en México compartió un departamento con el poeta Mario Santiago, el cual, al igual que Bolaño, era un lector empedernido de todo tipo de literatura. Santiago llenaba todos los huecos de su agenda leyendo. Leía en el camión, en la cama, en la calle, e incluso en el baño. Desde luego, no fue el primero ni será el último que utilice las horas muertas pasadas en el baño para leer, pero eso no es lo sorprendente. Bolaño confiesa entre risas de resignación, que después de algún tiempo de encontrar sus libros mojados en días en los que definitivamente no había llovido, hizo un descubrimiento insólito acerca de su compañero de piso: Mario leía libros de pie, en el baño, mientras se bañaba. Dice Vargas Llosa que un día, de pronto y después de haber viajado ya miles de kilómetros en avión, se dió cuenta de que tenía pánico a volar. Y el miedo a volar, nos dice, no debe ser confundido con el miedo a la muerte. Es miedo a volar. ...