Tengo para mí que existen dos tipos extremos entre los cuentistas, por un lado aquellos para los cuales la materia que se ha de contar es lo principal y siempre buscan un final sorpresivo-fulminante que deje en shock al lector. De inmediato viene a la mente Cortázar, del cual sólo recuerdo finales desconcertantes con alto grado de fantasía, y Asimov, un maestro de las miniaturas en ciencia ficción; dos tipos geniales contra los que en particular no tengo nada. En la otra esquina se encuentran aquellos para los que la historia viene a ser más o menos prescindible y lo que importa no es lo que se dice sino cómo se dice. Se me ocurre que en este extremo están Eça de Queiroz y Maupassant, dos gigantes europeos de la literatura. En medio de estos dos bandos hay un espectro continuo al que cada quién se ajusta siguiendo sus particulares intereses. En el combate que se establece entre el lector y la ficción, ya lo dijo Cortázar, la novela gana por puntos y el cuento por knock out . Tenía much...