Los paréntesis son míos, el título corresponde a Fernando Arrabal. Y que Arrabal me perdone por quitarle la gracia, pero no pude dejar de apostillar con un tinte un poco pesimista el título de su hermoso libro sobre ajedrez y literatura; apostillas que, sobra decirlo, reflejan mi experiencia personal con los trebejos. Pensarán acaso, aquellos que conozcan el juego y hayan vivido un poco, que más que al tablero, podríamos referirnos a la vida. También lo piensa Arrabal, según me parece después de haber leido las 65 (¿Por qué no fueron sólo 64?) entradas de su librito icónico. Libro que disfrutarán por igual los amantes del las letras y los amantes del ajedrez. Y disfrutará aún más la pequeña intersección de esos dos conjuntos en la cual, sin mayores pretensiones, me cuento. Para los primeros tiene Fernando como aperitivo, y precedido de títulos que atrapan de inmediato (El Infierno de los Jugadores Rusos, Un Anzuelo de Oro en los Ríos de Babilonia,...) 65 entradas que forman un compendi...