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Mostrando entradas de 2012

Campamento de Gitanos (1888)

La tradición decía que no pertenecías al grupo hasta cumplir con el ritual de iniciación. Bebíamos algunas cervezas los viernes por la tarde y soltábamos, justificados por la embriaguez, mentadas de madre para nuestro jefe, el licenciado Pinzón. Otras chelas, compadrito, lánzate al oxxo por un six de Indio, yo invito. Jaramillo no aguantaba tres caguamas contadas y perdía el juicio sin remedio. Conste, Carlitos, que te dejamos beber con nosotros por puro buen plan, todavía no estás admitido en éste selecto club de los oficinistas más jodidos de la Pérez y Asociados, Compañía de Seguros. Yo agradecía a Jaramillo, y a todo el que quisiera oír, la deferencia. Al paso al que voy no seré nunca del clan, compadre, ya sabe usted que yo soy hombre de una sola mujer. Ésto, desde luego, encendía los ánimos y hacía correr más alcohol. ¡Nombre, Carlos! si a la Flor le importa un pito, ya cógetela, cabrón. Flor era la secretaria de Pinzón y los contadores y el actuario, cuando bebedores sociales, ...

Lectores extraños: el incorregible vicio de leer

El escritor chileno Roberto Bolaño, cuenta que durante su estancia en México compartió un departamento con el poeta Mario Santiago, el cual, al igual que Bolaño, era un lector empedernido de todo tipo de literatura. Santiago llenaba todos los huecos de su agenda leyendo. Leía en el camión, en la cama, en la calle, e incluso en el baño. Desde luego, no fue el primero ni será el último que utilice las horas muertas pasadas en el baño para leer, pero eso no es lo sorprendente. Bolaño confiesa entre risas de resignación, que después de algún tiempo de encontrar sus libros mojados en días en los que definitivamente no había llovido, hizo un descubrimiento insólito acerca de su compañero de piso: Mario leía libros de pie, en el baño, mientras se bañaba. Dice Vargas Llosa que un día, de pronto y después de haber viajado ya miles de kilómetros en avión, se dió cuenta de que tenía pánico a volar. Y el miedo a volar, nos dice, no debe ser confundido con el miedo a la muerte. Es miedo a volar. ...

Rey y Peón Contra Rey (Casillas Críticas)

"Toda partida tiene tres fases: en la primera uno espera contar con una ventaja; en la segunda uno cree que posee una ventaja; en la tercera uno sabe con seguridad que perderá". S. Tartakower En el más simple de los finales de ajedrez el material se ha reducido al mínimo: un peón para el bando fuerte y nada, excepto el rey, para el débil. Hay más de 80,000 posiciones distintas con estas piezas en el tablero y la mayoría resultan  sin interés especial. Pero que el final sea simple no quiere decir que sea fácil. El camino es largo y hay muy buenas oportunidades de arruinar las cosas. Sean, por ejemplo, las siguientes posiciones típicas: Figura 1 Juegan Blancas y Ganan Figura 2 Blancas Juegan y Empatan. En la primera, hay que luchar por la victoria; en la segunda, por el empate. Si el lector sabe cómo resolverlas, entonces le sugiero que  deje de leer esto y busque algo más provechoso, como el Libro IV de la enciclopedia de finales Comprehensive Chess Endings , e...

Hitler vs Napoleón

Hay un par de paralelismos, más evidente uno que el otro, en las derrotas de Napoleón y Hitler. Por una parte, como es bien sabido, la derrota de Hitler se debió principalemente, discusiones de por medio, a la resistencia y el lento pero inevitable avance ruso en el frente oriental. Hitler cometió el error de creerse su propia propaganda política. La Unión Soviética, bajo el dominio tiránico de Stalin, el cual recién acababa de liquidar a 20 mil oficiales del ejército como parte de las purgas, no tenía que ser más que un país débil. Justo al principio de la Segunda Guerra Mundial, los finlandeses ya habían hecho ver mal al gigante oponiéndole una resistencia inesperada. "Basta con que demos una patada en la puerta, y todo el edificio podrido se vendrá abajo", dijo Hitler. La patada se dio en el verano de 1941 y se llamó, Hitler era un hombre dramático, Operación Barbarroja. Y mucho se ha discutido las razones por las que Stalin no dió muestras de iniciativa o valentía en las ...

Aracne y Athena, tejiendo una venganza eterna

Soy Aracne, hija de Idmón, el hilandero. Desde niña aprendí el oficio del telar. Mi padre, habilidoso y más capaz que cualquiera para añadir tintes a los hilos, me enseñó los rudimentos cuando apenas era una niña. La lana era su favorita, pero también trabajó el lino y la seda. Desde Egipto y Grecia iban las caravanas hasta Lidia, nuestra tierra, llevando arrobas de hilo sólo para que mi padre los tiñera con púrpura de Tiro: baba roja de caracoles fenicios. Reyes, príncipes y emperadores encargaron la confección de sus trajes en nuestros talleres. Alguno de sus mantos llegó incluso a la corte de los medos. Tan grande era mi padre y tan lejos llegó su fama. Y siendo yo su hija, no pude ser otra cosa que la mujer más hábil en el oficio que ojos humanos han visto. A los once años era la mejor hilandera de toda Lidia; mis mantos se vendían lo mismo en Chipre que en Tarento y una admiración más grande aún causaba cuando aquellos que me conocían caían en la cuenta de que aún era una niña. Nu...

San Juan y la voz de Dios

Leo en El Juego del Apocalipsis, de Jorge Volpi, lo siguiente: "La mayor parte de los eruditos coincide en que Juan de Patmos, como suele llamársele ahora, no es el mismo autor del evangelio y de las cartas atribuidas a él que figuran en el Nuevo Testamento, aunque sin duda se trata de alguien que perteneció a la llamada 'escuela joánica' es, decir, al circulo de seguidores del apostol". Esta declaración aparece en voz de uno de los personajes de la novela, Terry Anderson, experto en el tema. "Supongo que ya nadie se traga la version canónica", dice otro personaje. Casi nadie, responde con autoridad Terry. Desde luego, hay mucho trabajo en la biblia para los críticos y los escépticos. Es bien sabido que, por ejemplo, los reyes han usado por siglos a los negros literarios para escribir obras que la posteridad les concede. Incluso en la historia moderna alguien como De Gaulle presentó como suya su autobiografia bien escrita, algo que nadie le creyó. Las edit...

Kaibiles, espartanos y sociedades militares

Durante la segunda guerra mundial, justo cuando la existencia de Inglaterra, bien o mal la democracia más exitosa y duradera de nuestro tiempo, estaba amenazada por los nazis, Churchill sorprendió al parlamento con una petición extraña: el primer ministro quería asignar un presupuesto demasiado alto a la cultura y a las artes. Como si los tiempos estuvieran para sensualidades. El parlamento se opuso argumentando que la prioridad era entonces vencer al enemigo que amenazaba con tragarse a Europa entera. Ya vendrían, después de la victoria, tiempos de bonanza en los que los ingleses dedicarían sus esfuerzos a las artes y a los oficios. Por lo pronto a matar alemanes. De los argumentos de Churchill para defender su propuesta sobresale, como venida de la Grecia clásica, la siguiente frase: "si no vamos a tener arte, ciencias ni cultura, entonces, ¿por qué vamos a pelear?". Churchill tenía razón. Alemania ya había expulsado o aniquilado a millones de personas del centro de Europa...