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Truman Capote: para qué sirve la literatura


A pocas personas (en realidad sólo a una, que no nombraré) les he recomendado leer. A veces, más de las que puedo contener, tengo intenciones de hacerlo de nuevo, de recomendar este o aquel libro, de hacer una apología de la lectura y hablar de sus grandes beneficios. Casi siempre me contengo. Justo cuando quiero hacer labor de maestro de primaria me asalta una carencia de argumentos que me hace quedar callado. ¿Por qué tendría alguien que leer, después de todo? Leer no te hace más rico, ni más inteligente, tampoco te da éxito social. Además, las consabidas cultura y buenas formas para escribir, en realidad son un producto secundario: se pueden adquirir de maneras más directas y seguras.  El placer también es relativo. Para leer a Homero hace falta una base humanística e histórica bastante amplia, La Ilíada y La Odisea requieren lecturas previas. Asi que, carente de buenos argumentos, a las personas que aprecio, decido no recomendarles nada.
A Sangre Fría me ha dado un buen pretexto. Se trata de la novela más famosa de Truman Capote y, películas de por medio, su argumento es bastante conocido. A Holcomb, un pueblito triguero en Kansas situado en el corazón de los Estados Unidos, le sucede algo totalmente extraordinario. Una noche de luna, a mediados de noviembre de 1959 un par de forasteros, Perry Smith y Dick Hickcock, con la intención de robar, llega al pueblo, entra en la casa de los Clutter (Papá Herb, mamá Bonnie, la hija Nancy y el hijo menor, Kenyon) y mata a toda la familia. Los asesinos han viajado 1200 km ida y vuelta desde su lugar de origen para perpetrar, en  menos de una hora, un robo que les genera en ganancias un radio portatil, unos binoculares y cuarenta dolares. Menos de lo que les costó el viaje.
El crimen es cosa de locos. Sin un sentido aparente y con saña exagerada. Al enterarse de los detalles, uno no puede dejar de preguntarse qué hace que alguien sea capaz de cometer un delito. ¿Acaso todos, en las mismas condiciones, actuaríamos igual? Cuando son detenidos, los asesinos lo aceptan con serenidad y una alarmante indiferencia.

"Creo que los dos estábamos como drogados. Yo, desde luego, sí Excitadísimos y al mismo tiempo aliviados. No podíamos dejar de reir, ninguno de los dos. De pronto todo parecía divertidísimo, no se por qué; era asi. La escopeta goteaba sangre, y mis ropas estaban manchadas. Tenía sangre hasta en el pelo."
"¿Que si lo siento? No. No siento nada en absoluto. Y quisiera que no fuera así. Pero nada de aquello me causa preocupaciones. Media hora después, Dick me contaba chistes y yo me reía a carcajadas. Quizá no seamos humanos."

Pero de los criminales, Perry Smith es el más humano. Capote le dedica mayor atención, aunque tal vez, sicológica y literariamente Dick sea más interesante. Pero uno se siente más tentado a entender a Perry por la vida que ha llevado. Si la historia no fuera real, uno pensaría que se trata de un cliché: Proveniente de una familia disfuncional, su padres, madre alcoholica, padre violento, obsequiaban a la familia con repetidas golpizas y violencia verbal. Una infidelidad de la madre provoca finalmente la separación y todos quedan al garete. Instalado en casas de asistencia le fue todavía peor:

"Tenía los riñones flojos y mojaba la cama todas las noches. Me humillaba mucho pero no podía controlarme. La gobernanta me pegaba muy fuerte, me insultaba y se burlaba de mí delante de todos los chicos. Venía a todas horas durante la noche para ver si había mojado la cama, me llevaba arrastrado hasta el cuarto de baño, me metía en la bañera, abría el grifo del agua fría y ordenaba que me lavara, yo y las sabanas. Cada noche era una pesadilla. Luego le parecio muy divertido ponerme una pomada en el pene. Era casi insoportable. Quemaba como fuego. Más tarde la despidieron del empleo. Pero eso no me hizo cambiar de idea, acerca de lo que me hubiera gustado hacerle a ella y a toda la gente que se burlaba de mí."

Cuando en el juicio se le ofrece ayuda espiritual contesta:

"Monjas y curas han hecho ya todo lo que podían hacer por mí. Tengo todavía las cicatrices que lo prueban."

Con ese coctel, aderezado con mil y un detalles, como un accidente de motocicleta que le rompe una pierna y lo hace adicto a las aspirinas, lo difícil sería no convertirse en un delincuente.
Pero la condición de los asesinos no es justificante; es sólo un lado de la moneda. En el otro esta la familia Clutter, una familia inocente, pero totalmente desconocida. Y la razón del asesinato la da el propio Perry, con más exactitud que cualquier criminalista:

"Yo conocí a los Clutter durante una hora, quizá. Si de veras los hubiera conocido, imagino que mis sentimientos serían diferentes. Que me sentiría asqueado de mí mismo. Pero tal como fue la cosa, era como disparar en un tiro al blanco de feria."

Para la posteridad, los Clutter dejaron de ser desconocidos: todos nos enteramos de la ruina de la hacienda, del arrendamiento de las tierras y de la venta, en subasta, de los últimos clavos que poseía Herbert. Sabemos que Bonnie tenia una enfermedad nerviosa, que Kenyon era miope y muy fuerte y que Nancy tenía una yegua, Babe, en la que montaba con su amiga Sue Kidwell. Al iniciar el juicio, la yegua es rematada en subasta y Sue sólo puede ver, a la distancia, cómo la llevan a otro rancho, para dedicarla al arado.
Con más de dos mil años de de antigüedad, la máxima socrática sigue siendo válida, sólo los ignorantes hacen el mal. Dick y Perry, durante el proceso llegaron a ser amigos de Capote y supieron del nacimiento del libro, tal vez no leyeron nunca las primeras partes de la novela. De haberlo hecho, bien pudieron haber sentido simpatía... y remordimientos.
En un tiempo, y en un país (México) en el que la violencia es cosa cotidiana e involucra a a hombres y mujeres cada vez más jóvenes (algunos de los asesinos más sanguinarios son niños) tal vez no estaría del todo fuera de lugar invertir un poco más en bibliotecas y un poco menos en armas.
Despues de terminar el libro, mis tesis siguen siendo válidas. No soy más inteligente, ni más interesante. Tal vez pude dedicar mi tiempo a otra cosa de mayor provecho. Pero la novela de Truman Capote me ha dado un buen pretexto para recomendarla: ahora estoy seguro de que nadie que la haya leído, de verdad leído, sería capaz de cometer nunca un asesinato. Al menos nunca un asesinato así, a sangre fría.

Comentarios

  1. apenas estoy comenzando el libro y me ha parecido bueno hasta ahora. Por cierto, puede que la lectura no te de riquezas ni éxito, pero, ¿Qué importa si puedes explorar los paraísos prestados de gente como Vargas? En este caso, la lectura te lleva a crear un cierto "remordimieto" hacia algo que tal vez ni siquiera has hecho. Por cierto...Na, mejor luego te digo
    saludos man

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  2. Esta novela de verdad es buena. Y sí, la razón principal para leer es el placer.

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    Respuestas
    1. En verdad sigues creyendo eso?

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    2. Pues sí, hasta donde puedo ser humanamente sincero. Como decía en la entrada, he perdido tiempo y dinero, entre otras cosas, por leer y a cambio lo único bueno que he obtenido son ratos de entretenimiento. Tampoco es que sea tan snob, si lo fuera no diría, a riesgo de que me critiquen, que para mí Sergio Galindo es mejor escritor que Saramago. Leer también es muchas veces una especie de diálogo con personas muy inteligentes de cualquier tiempo y lugar, y eso es muy agradable. Saludos.

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  3. habemos personas que agradecemos que nos recomienden libros, por una sencilla razón, la lectura suple en nosotros una necesidad de comunicación básica en todo ser humano.

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  4. Pues tu tesis...es curiosa. Después de leerlo, no creo que no pueda haber personas capaces de cometer un asesinato así, aun leyendo ese libro. Pero eso depende mucho de la persona y sus limites.

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