Erasmo de Rotterdam: Elogio de la locura

Alguien que es aficionado a la sicología me comentaba hace poco que en el libro de Daniel Goleman, La inteligencia emocional, se hace un velado halago de la autoconfianza y la autoestima, aún en los casos en los que es una insensatez. Según Goleman, eso impide la inacción; y nadie puede negar que si muchas personas se evaluaran con real justicia, no tendrían razones para seguir viviendo. Esas personas han encontrado en la autoestima la única razón para estar vivos. Tal vez sea, incluso, un proceso evolutivo: aquellos que no fueron capaces de tener esperanzas en las peores situaciones, simplemente se dejaron morir.
Espero no parecer demasiado pretencioso si digo que Erasmo de Rotterdam escribió Elogio de la locura para mí. Al menos esa es la sensación que he tenido al terminar de leer el libro, a grado tal que los dos o tres amigos que tengo han tenido que soportar los grandes elogios que he hecho yo del libro. ¿Por qué me ha impresionado tanto? Porque siento que soy precisamente el opuesto de lo que Erasmo elogia, y así me va. No creo estar en un plano superior al común de la gente, estoy, en algunos casos, en otro plano, pero yo diría más bien que en uno inferior. Erasmo describe de manera perfecta lo que ha sido mi niñez y parte de mi adolescencia en base a una tesis a la que durante mucho tiempo me resistí: El mundo es de los estúpidos. Y más nos vale estar con ellos. Hay que ser un gran genio para darse cuenta de esa verdad absoluta. Pero que no se entienda mal, la estupidez es, en muchos casos, esa autoconfianza que, cinco siglos después, el tímido Goleman recién acaba de descubrir como benéfica.
Cuando yo iba en la preparatoria tenía un profesor que solía estar enojado siempre, y, como todos sabemos, las personas enojadas son muy sinceras y lapidarias en sus juicios. Así que alguna vez soltó esta perla: "fíjense muy bien en el más idiota de este salón, llegará a presidente municipal". Años después me sorprendió saber que uno de los más estúpidos (el primer lugar estaba muy peleado) efectivamente estaba siendo postulado como suplente para una diputación local por un partido de izquierda. En ese punto la broma dejó de ser graciosa.
Pero no es sólo en el mundo insano de la política donde abunda la tontería. Elogio de la locura está lleno de ejemplos en los que se demuestra que la insensatez reina en todos los aspectos de nuestra vida, y para muestra no se me ocurre algo mejor que el caso de el amor. El mismo amigo mío aficionado a la sicología me contó alguna vez de qué va un libro de Oliver Sacks llamado El hombre que confundió a su mujer con un sombrero; Oliver Sacks es un psiquiatra inglés que desde mediados del siglo XX ha ventilado intimidades de sus pacientes para regocijo de sus lectores. El paciente de este libro, el señor P, acostumbraba hablar con parquímetros, tomar el zapato por el pie y a fijarse en detalles del paisaje más que en el paisaje en conjunto. En la primera cita con Sacks, después de algunas pruebas de rutina, el señor P se dispuso a irse a su casa pensando que su salud era perfecta y tomó la mano de su esposa... creyendo que era su sombrero. Resultó que el señor P tenía problemas en la zona visual del cerebro. Un sector de la región occipital llamada por los especialistas "área de Brodmann". Pero decir que tienes problemas en el cerebro que te hacen confundir a tu mujer con un sombrero es una forma eufemística de decir que estás loco. Esto viene al cuento porque Erasmo de Rotterdam propone esta situación: supongan ustedes que un hombre va con una calabaza en la mano y pregonando por la calle que esa calabaza es la mujer más hermosa del mundo: su rostro es el de la mujer perfecta, el color y la frescura de su piel son angelicales, y su porte y figura hacen palidecer a cualquier princesa cervantina. Algo más o menos como lo que les ocurre a esos tipos que, decepcionados, tal vez con razón, del amor entre humanos, decidieron sufrir y gozar el amor con maniquíes. Definitivamente todos coincidiríamos en que ese hombre está completamente loco. Ahora escuchen ustedes a cualquier hombre describir a su amada, ¿notan alguna diferencia?. Y tan alejado de la realidad el uno como el otro, tan loco uno con su calabaza como otro con su amada, pero a uno lo condenamos por ser extravagante y al otro lo disculpamos porque su locura es compartida. Muchos nerólogos coinciden en que el amor es una locura transitoria de la cual salimos después de un tiempo. Ni más ni menos que lo que ya nos había dicho Erasmo.
Si usted piensa más de lo que siente, Elogio de la locura es para usted. Me parece un tratado tan valioso como El príncipe o El arte de la guerra, pero no va dedicado a gobernantes o a generales. Va como guía para todos en toda la vida, que bien vista es la más trágica de las guerras que nos toca librar. Y a propósito de guerras, ¿no escribió Garcí un libro llamado La pendejísima historia de la Segunda Guerra Mundial en donde se narran cosas como que los comandantes de los submarinos nazis eran asesorados por videntes?. Moria imperatrix mundi.

2 Responses to “Erasmo de Rotterdam: Elogio de la locura”

  1. Hacía tiempo no escribias. :) Comulgo con la idea "... si muchas personas se evaluaran con real justicia, no tendrían razones para seguir viviendo." Desafortunadamente, para todos, no es tan fácil dejar de vivir.

    Saludos, mi buen.

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    1. La verdad que es muy cierto. Mucha gente que no se ubica. Ja ja. Saludos para ti y espero verte pronto.

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