Mis palabras malas

"Una mujer es de mayor utilidad en nuestra vida si está en ella no como un elemento de felicidad, sino como un instrumento de dolor; y no existe una sola mujer cuya posesión resulte tan valiosa como la de las verdades que ella nos descubre al hacernos sufrir"
Proust

Alguna vez tuve el atrevimiento de presentarle a Sofía algo que había escrito. Confiando, mala costumbre mía, en que el texto no era del todo malo se lo había dado como si fuera un gran regalo de cumpleaños. Dime qué te parece, lo he preparado durante esta semana. Ella lo tomó y empezó a hojearlo, primero con curiosidad y luego con sorpresa. Le está gustando, me dije orgulloso, creo que aprecia mis dotes literarias. Estuvo algunos minutos cambiando su cara de sorpresa a decepción y luego a franca angustia. Cuando finalmente levantó la vista, la boca entreabierta, los ojos poco expresivos -cosa de verdad grave tratándose de Sofía- sólo atinó a decir: ¿Qué son estas palabras tan... malas? ¡Ay¡ entonces fui yo quien puso cara de desconcierto. No es nada, dije por no quedarme callado, es sólo... una broma. Ella, con toda su gentileza proverbial, lo mejor que hizo por mí fue pasar por alto el tema y evitar hablar de mi breve carrera literaria. ¡Y yo que que pensaba decirle que alguna vez quise estudiar literatura!
De eso ya hace mucho. Sofía no está más conmigo y mis textos son cada vez peores. Y sin embargo uno no entiende. No he tenido suficientes desencantos: sigo escribiendo. De manera más bien clandestina, como pidiendo perdón a la literatura por atreverme a tomar un cuaderno y un lápiz.
Soy muy malo organizando. Tengo un amontonamiento de libros que he ido reuniendo de librería en librería y de tianguis en tianguis; tengo también un montón de escritos dispersos todos por ahí en unos cuadernos viejos. Si fuera bastante sensato debería tirarlos; pero la sensatez no es mi fuerte, y como para meterme en problemas y organizarlos mejor que en mi casa, he decidido subirlos, sólo porque en internet me estarán disponibles en todos lados. Al principio quise usar un webOs pero he decidido que un blog tampoco está mal. Además, los blogs tienen una gran ventaja, digamos sobre Facebook y Twitter: nadie los lee. A diferencia de Facebook, en donde todo mundo se entera de lo que haces, en un blog estás solo con tu alma para hacer y deshacer sin que nadie se entere. Así es que confiando, de nuevo, en que Sofía no entrará nunca, ni por error, en esta página, he decidido colocar aquí aquellas malas palabras que tanto la impresionaron.

One Response to “Mis palabras malas”

  1. Yo nunca he pensado como Sofía, al contrario, es quizá este camino el único posible para tu realización individual, y lo prefiero, pues cuando te leo puedo oler tu humanidad, esa que de otra manera, me parece ajena. :)

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