Trataba de sincronizar mi respiración con la de ella y por espacios de tiempo que me parecían breves lo lograba. Era bueno saber que estábamos a solas así que la abrazaba fuerte como para no dejar escapar algo de su calor. Jugaba un poco con su cabellera blonda y aquel torrente se perdía entre mis manos dejando un perfume dulce que todavía recuerdo. A veces, invariablemente se movía un poco entre ronroneos que sólo yo podía escuchar para seguir durmiendo un sueño níveo cargado de ilusiones. Si yo estaba o no en ese sueño es algo que no me importaba entonces y que no me importa ahora; había en su cabeza un gran misterio que mi imaginación fantástica se encargó de develar, llenando vacíos, adecuando miradas y gestos conforme al más egoísta de mis caprichos y tomando siempre aquello que deseaba escuchar. No hay evidencia que cambie la sentencia de un juez que ha dictado el veredicto antes de iniciado el juicio. Así que vivía en un mundo de verdad y mentira, con una ambigüedad palpable, entre dos mundos que aunque se conocían no se mezclaban. No me importaba. Contemplarla dormida, después de algunos escarceos, se convirtió en una adicción. A veces separaba sus labios con mis dedos sólo para sentir la humedad de su boca derramándose a cada momento. Bebía su aliento y sentía correr su sangre bajo la piel blanca, tan blanca que me hacía recordar a la infanta de Francia en Tirant lo Blanc. Con cuidado la hacía girar de un lado a otro como un insomne perpetuo. Esperaba a que se relajara y contaba los latidos de su corazón tan exactos como el tic tac del reloj. Entonces ocurría, avanzada la noche, que mis pensamientos y la modorra se fundían en un sólo estado onírico tenue y cualquier acto, o ausencia de éste, me llevaban de un lado a otro del sueño y la vigilia como si mi espíritu ambicioso no quisiera renunciar a ninguno de aquellos mundos en cuya frontera era feliz.
Cimón A Pero la eduqué y la crié como lo hicieron conmigo, en la tradición romana influenciada positivamente por la cultura y tradiciones griegas, para vivir en un mundo interno rico y libre. Las ideas judías-cristianas han cambiado de fondo a la sociedad actual y la han hecho temerosa, sumisa y sin vida. Yo no quise que mi hija fuera parte de ella y creo que lo logré. Ese corrillo que circula de boca en boca en los baños y en las plazas es un escándalo completamente artificial. Me explico. Pero es una mujer hermosa, muy parecida a su madre, aunque debo decir que yo no soy un hombre feo. Mi hija es una mujer alta de ojos trigueños y cabellos como miel que le caen a la mitad de la cintura cuando deshace sus trenzas. Su piel es tierna y nerviosa como la de una gata bajo las caricias. Las redondeces de su cuerpo son dulces y las he disfrutado desde que ella era una adolescente. Y quizá lo mejor de ese cuerpo perfecto son sus pechos rotundos y suaves que hacen sentir tan cerca u...
Hola, hitmontop. Te felicito, esta es una de las mejores aportaciones haste el momento, es por fin literatura.Saludos y continúa mejorando. Te veo en el salón de la fama. :P
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
ResponderEliminar